miércoles, 14 de mayo de 2014

Concierto matinal



Basta abrir la ventana, para que el leve roce
de la primera luz sobre sus alas
incendie de silbidos mis estancias;
de nuevo el diminuto ilusionista
despliega su milagro.
Cuánta grata alegría su voz contra el silencio,
qué sincero regalo
el trote del sonido en la mañana,
qué presagio vital para mi esencia.
Y a pesar de que inflama mis latidos
no canta para mí, ni por mi goce.
Aún en la distancia resuena su armonía,
ya sin nadie que atienda a tal concierto,
sin público que aplauda, sin laureles.
Jaula de soledad, vigor inquieto,
quién sabe qué verdad hay en tu canto.



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